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Seguridad Infantil en Baños

SEGURIDAD INFANTIL EN EL BAÑO

Es el cuarto de baño junto con la cocina los espacios del hogar donde más accidentes infantiles ocurren, no solo por contener elementos de riesgo en caso de acceso y manipulación infantil, también el carácter curioso de los más pequeños los convierte en atractivos para poder encontrar mil y un tesoros.

Podemos determinar los accidentes infantiles en dos grupos:

Por un lado tenemos los accidentes comunes: quemadurascaídas y resbalonesintoxicaciones por ingestión y las heridas y los cortes. Para este grupo podemos determinar medidas preventivas que iremos reduciendo a partir de que el niño pueda asimilar conceptos de autoprotección y seguridad.

La delicada piel del bebé requiere extremar las precauciones en contacto con el agua para evitar quemaduras:

  • Instalaremos un control de temperatura (ya sea en el grifo o un termómetro de agua) que nos indique que es correcta antes de introducir al niño en el agua. 
  • Se aconseja empezar a llenar la bañera con agua fría y después templar con la caliente, siempre es preferible un sobresalto por frío que por calor.

El suelo resbaladizo, la humedad, las superficies deslizantes y la escasa habilidad motora del niño son los factores de riesgo para que se produzcan caídas y resbalones dentro del cuarto de baño:

  • Mantener el suelo lo más seco posible en todo momento, no solo por caídas del pequeño, también los adultos con el peso del niño en brazos somos más susceptibles de perder el equilibrio ante una superficie resbaladiza.
  • En la bañera o la ducha el suelo debe ser deslizante, se pueden instalar alfombras adherentes, cintas adhesivas o bien tratar la superficie con productos que convierten la superficie en antideslizante aún en medio húmedo.
  • Además de favorecer la seguridad, debemos fomentar la autonomía del niño facilitando el desarrollo motriz, por ello las asas de bañera y ducha como elemento de sujeción, así como los alzadores adecuados se convierten en grandes aliados para pequeños y comodidad para los adultos.
  • En función del carácter del niño y de las características de la bañera o ducha, podemos acolchar aquellos elementos que la contienen y que pueden provocar traumatismos en caso de impacto, como por ejemplo las protecciones de grifería. Así mismo intentar en todo momento que estén cómodos, incluso en el momento del enjuague del cabello que es cuando más se pueden alterar con movimientos bruscos, utilizar viseras de baño o jarras para evitar que agua y champú les entre en contacto con los ojos.

Los cosméticos y los medicamentos, además de ser productos de uso habitual, son atractivos en olores y colores por lo que el niño, con poca o escasa percepción del riesgo, intentará descubrir su contenido ya sea a través del tacto o de la boca. Para evitar intoxicaciones por ingestión todos estos productos deben estar alejados del acceso y la manipulación infantil, mediante bloqueadores que soporten el medio húmedo donde se encuentran.

De la misma forma en el baño se encuentran maquinillas, tijeras y otros elementos cortantes con los que el pequeño podría producirse heridas y cortes, estos elementos también deben ubicarse alejados del acceso y manipulación infantil.

En ambos casos juega un papel determinante los juegos de rol, tan: Imitar a papá y a mamá en sus quehaceres higiénicos diarios es necesario para su aprendizaje y desarrollo, pero para ello nos aseguraremos que lo hacen a través de juguetes adecuados a su edad y destrezas y nunca con elementos reales (secadores, maquinillas, cosméticos, etc.)

Y a partir de estas últimas medidas preventivas, determinamos el grupo de accidentes con consecuencias muy  graves, los provocados por falta de supervisión del adulto: asfixias por inmersión y electrocución. 

En este último caso la única medida excepcional es NO dejar NUNCA al niño sin supervisión en el interior del cuarto de baño.

Tendríamos que evitar  salir y entrar del baño por necesidades cotidianas como atender una llamada de teléfono o la puerta, dejar algo cocinando, la plancha encendida o no preparar  todo lo necesario para bañar al niño o atender sus necesidades fisiológicas, ya que estas rutinas son la causas más comunes de estos “momentos” sin supervisión que pueden tener muy graves consecuencias. En definitiva deberíamos considerar el momento del baño como un espacio de tiempo para compartir con nuestros hijos.

Decíamos al inicio que el baño para un niño se convierte en un espacio donde encontrar tesoros y satisfacer la curiosidad que le lleva a desarrollarse: desde descubrir la causa/efecto de apretar el botón del inodoro o abrir el grifo que salga agua, a utilizar los cosméticos como prueba de nuevas texturas. La prevención como siempre y al adaptación del espacio a las necesidades de los niños son los mejores aliados para conseguir que el baño deje de estar en los primeros puestos del  ranking de accidentes infantiles y la hora del baño en los más pequeños sea el momento de  disfrutar de papá y mamá, haciéndolo mucho más divertido y placentero.

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 ©      M Ángeles Miranda. Twitter @logieduca

 

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